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Hubo quienes dijeron que
Zidane jugaba en verso, y aunque podríamos darnos por servidos con la sola evocación de
Zizou, no es ésa la única mixtura entre fútbol y poesía. La relación entre ambas tiene ya tiempo y páginas escritas.
Rafael Alberti, con su
Oda a Platko
tras la final de Copa del Rey que enfrentó al Barcelona y a la Real
Sociedad en 1928 es uno de los puntos de partida más concurridos y
visitados para contar esta filia futbolística y literaria. También lo
es, claro, la
Contraoda que escribió el poeta de la Real Sociedad,
Gabriel Celaya,
cuya enorme pasión por los donostiarras hizo que el día de su muerte
los jugadores de la Real salieran a jugar con brazaletes negros en un
partido ante el Athletic.
No son esos los únicos episodios (ni versos), tampoco estos. Pero vale la pena contarlos.
Luis Alberto de Cuenca llegó a decir que la edad se mide según los jugadores que uno ha visto pasar.
Miguel Hernández dedicó su
Elegía al guardameta al portero de Orihuela, su tierra;
Nicanor Parra en su poema
Noticiero, 1957 habló de la destreza y el destino de la selección chilena;
Clara Janés creyó escuchar oraciones en las alineaciones y
Neruda, en
Los jugadores, vertió denuncia social ahí donde sólo se suponía que un grupo de hombres jugaban con un balón.
Poeta y amante del fútbol,
Luis García Montero reúne lo más afinado de las voces poéticas que han escrito sobre este deporte en
Un balón envenenado, una antología poética de Visor que reúne los versos que han dedicado distintos poetas, desde el ya mencionado
Rafael Alberti hasta un más contemporáneo
Miguel Ávila Cabezas, de cuya selección el autor de
Habitaciones separadas (1994) e
Intimidad de la serpiente (2003) habla en esta entrevista.
-¿Cuánto ha cambiado (y de qué forma) la relación poesía-fútbol desde la Oda a Platko de Rafael Alberti a los versos que escribe, por ejemplo, Miguel Ávila Cabezas sobre David Beckham?
-El fútbol empezó siendo una novedad que llamó la atención a la poesía de la vanguardia. Por ejemplo, la
Oda a Platko,
con la que mantuve una relación muy estrecha porque hice mi tesis
doctoral sobre Rafael Alberti, representaba esa atención ante la nueva
épica que era el deporte. Eso fue modificándose en el tratamiento
poético, según la situación y el papel del fútbol en la sociedad. Se
puede ver en la posguerra: hay poemas que cantan a un fútbol modesto;
otros desde la perspectiva de la poesía social, incluso hay poemas que
lo critican, como una manera de manipulación ideológica.
-La cercanía en el tiempo ha generado, incluso, un poeta menos contemplativo para sustituirlo por un poeta hincha.
-Sí.
Hasta cierto punto se ha normalizado. Hoy día existen los poetas que
son muy aficionados al fútbol y que lo usan como una parte más de su
vida; hay otros que se lo toman más a broma. Que si España gana la
Eurocopa. O pierde.
-En la literatura no existe, por
ejemplo, una gran novela sobre el fútbol. En cambio, el género que
parece más cercano, plásticamente, es la poesía, ¿por qué?
-El
fútbol es un espectáculo de sensaciones inmediatas y de fulgor, quizás
por eso se ha relacionado más con la poesía. Existe un famosísimo
ensayo de Pasolini en el que dividió el fútbol en dos: el fútbol poesía
y el fútbol prosa. El fútbol poesía, que sería el fútbol más creativo,
es el que se detiene en el juego, el que sería el de la selección
brasileña de hace unos años y el que viene a jugar ahora la selección
española. El fútbol prosa sería el que busca, por encima del juego, la
eficacia del resultado .
-También decía Pasolini que el
“máximo goleador es el mejor poeta del año” . A propósito de eso, del
once futbolístico, ¿cuál es para usted la posición más literaria, la que
se presta más al quehacer poético?
- Creo que hay dos
personajes muy poéticos, y que están en las dos puntas del campo. Está
el delantero centro, que es capaz de meter el gol y cerrar la juagada
en un momento determinado, y el portero. La soledad el portero ante el
penalti, la soledad del portero como última barrera también recuerda la
poesía. La soledad del portero es poética. Y en ese sentido es lógico
que algunos de los poemas dedicados al fútbol, como el de Alberti o el
de Miguel Hernández, vayan dedicados al portero.
-Se sabe que usted es del Granada y también del ¿Real Madrid, cierto?
-Yo
soy un niño de provincias y los niños de provincia tenemos doble
infancia, y como yo siempre quise subir a primera división y tener un
pie entre equipos grandes... Por eso soy socio del Granada y del Real
Madrid...
-¿Qué jugadores de los históricos del Madrid le resultan entrañables?
-No llegué a ver jugar a Di Stefano. Pero también me gusta Velázquez , siento especial gusto por Guti.
-Un centrocampista como pocos al que se echa de menos.
-Sí,
un jugador díscolo, muy irregular y con una personalidad extraña ,
alguien que me ha mocionado mucho en el campo. Decía hace poco Valdano
que el último gran sobresalto que ha tenido en el campo, se lo produjo
el taconazo de Guti a Benzemá . Ha habido tantas veces en las que Guti
me ha dado tanto.
-
En la alineación, ¿existe una posición que le despierte más entusiasmo?
-Últimamente
soy muy partidario del juego en equipo. La sensatez futbolística que
creo que la trajo a España Cruyff y la Masía en Barcelona construyó una
manera de entender el fútbol que la estamos disfrutando mucho en la
selección española , donde todo el mundo a la vez defiende y ataca pero,
si hay que quedarse con algo, quizás me quedo con esa visión de campo
de Iniesta, que saliendo desde atrás crea huecos y envía balones.
-Para cerrar, y volviendo a la poesía, ¿por qué Un balón envenenado?
Por
el doble significado que puede llegar a tener. Los aficionados al
futbol sabemos que el balón se envenena: esos disparos que parecen
fáciles de parar, pero comienza a cambiar el rumbo de esa jugada que
parece fácil y acaba dentro de la portería o al contrario, ese balón que
parece que va dentro y resulta que no entra. Me pareció una expresión
que servía para hablar del veneno del fútbol . Más allá de los
problemas sociales, de las crisis, los aficionados al futbol sentimos el
veneno de este juego y nos emocionamos cuando toca partido.