domingo, 31 de julio de 2011

Mosca, pues, con el Málaga

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El jeque Al Thani ha invertido ya 100 millones en fichajes en el Málaga. Ningún equipo europeo ha gastado tanto este verano: 58,3 millones de euros, uno más que el Manchester United y el doble que el Real Madrid de Florentino Pérez. Taquilla, fútbol y medios: Ruud Van Nistelrooy, Joris Mathijsen, Jerémy Toulalan, Santi Cazorla, Isco, Naxto Monreal, Joaquín y Sergio, Sánchez y Diego Buonanotte. Si a eso se suman Pellegrini en el banquillo y Fernando Hierro como Manager General, el asunto huele a portada de Marca y recuerda, inevitablemente, al affaire Manchester City.


Hasta la fecha, el Málaga tiene en su palmarés dos séptimos puestos en la Liga, ambos en los remotos años setenta. Resurgió, en la temporada 1997/1998,de la segunda división B, y desde entonces, como un Lázaro con muletas, se levantó y anduvo (torcido, pero anduvo). En 2002 conquistó la Copa Intertoto , aquella que permite a los combinados jugar la Copa de la UEFA. Esto le convirtió en el primer club andaluz en conseguir un título oficial europeo.

Pero a la fanfarria le tocaría un momentáneo chupito de Quitapenas. El mismo año de la venta del Club, en 2006, el Málaga bajó a la segunda División. Con uno de los presupuestos más bajos de la Liga, intentó hacerse espacio en una jungla futbolera en la que el Barcelona aún no era monarca y los primeros galácticos todavía daban guerra. Fue así como, en 2008, Fernando Sanz, dueño del Club, marcha a Catar buscando inversores. Sanz consiguió, nada más y nada menos, que a un miembro de la familia real, el jeque Abdullah ben Nasser Al Thani.

El 11 de junio de 2010, tras semanas de negociación, el abogado y empresario catarí de 41 años se convirtió, primero, en máximo accionista, y luego en presidente del Málaga, que comenzó, otra vez, un lento ascenso hacia la cuesta del rescucitado. Tras la salida de Jesualdo Ferreira por Manuel Pellegrini (¿quién se acuerda del amable "Si me echan como a Pellegrini no iré al Málaga"de Mourihno?), el Club logró cinco victorias consecutivas en Primera División -un fato histórico en las estadísticas del Club-, entre ellas un empate en San Mamés que salvó el pellejo del equipo.

Desde entonces, el Málaga Club de Fútbol calienta motores. Crece el número de socios y aparecen proyectos para sustituir a La Rosaleda por el Qtar Stadium -con capacidad para 65.000 espectadores-. ¿Burbuja futbolera para suplir la pinchada pompa inmobiliaria? Eso está por verse. Sin embargo, resulta curioso la fragancia cosmopolita con la que la ciudad se perfuma en estos meses: una nueva -y algo marbellí- sede del Thyssen en pleno centro de la ciudad y un acuerdo de colaboración con la Unesco como principal patrocinador de la equipación "malacitana". ¿Málaga shula?

Eso está por verse.

miércoles, 13 de julio de 2011

Hoy importan otras cosas

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Hablar de un partido que no se ha visto entero jode, y mucho. El asunto empeora cuando te enteras, al día siguiente, de que a pocos minutos del final de ese mismo juego que no has visto completo, en una rara escaramuza de las ganas y después de estar con el agua al cuello con dos goles en contra, tu equipo empata. Y lo hace porque sí, con un fútbol a veces instrumental, pero porque sí. Y con eso me vale. Para llevarle la contraria a la derrota hace falta más que puntería; eso lo sabemos. Pero hoy, sinceramente, la técnica, para mí, es una anécdota.

En un país donde el béisbol y el baloncesto se imponen, La Vinotinto ha actuado siempre como una rara prótesis. Está ahí pero ...¿es de verdad? Creada en 1930 -aún en épocas de Juan Vicente Gómez- pero oficialmente debutante en 1938 -con el elegantísimo y castrense López Contreras, cuando el país se proponía dejar de ser una Hacienda-, La Vinotinto se acostumbró a llevar su borgoña con tanta discreción como dudas. El hecho de no haber participado nunca en una Copa del Mundo, además de contagiar la orfandad futbolera entre los venezolanos, nos hizo contraer un antipático escepticismo. Sin embargo, si tomamos en cuenta que Venezuela fue el último país en afiliarse a la Confederación Sudamericana de Fútbol, podríamos entrar en el razonable terreno de la prudencia y la esperanza.

Llegar a ser primeros de grupo con cinco puntos junto a la hoy algo descoyuntada Brasil en esta Copa América, colocándonos por encima de Chile y la defensiva Paraguay -un combinado que le dio problemas a la Roja en el Mundial de Sudáfrica-, parece motivo suficiente para creer que, al fin, un trabajo progresivo (en el que hay mencionar a Richard Paéz, técnico hasta 2007) se libra con alguna soltura.

Los trofeos no salen de la nada -mucho menos las clasificaciones mundialistas-, y por algo hay que empezar. El 9 de febrero de 2009, la selección venezolana en su categoría Sub-20 logró la clasificación a la Copa Mundial de Fútbol Sub-20, lo que significó la primera participación mundial de La Vinotinto en cualquier categoría de la FIFA. La falta de pedigrí parece sin embargo habernos quitado de una buena vez el miedo y dejarnos actuar como los que no tienen nada que perder. Y eso es lo que veo en mi brevísimo link de you tube, que esta mañana miro una y otra vez.

Futbolísticamente, el asunto Vinotinto pinta simple y a la vez desaliñado. Sí, Venezuela no juega muy acompasadamente, pero presiona de manera adelantada y tiene capacidad de acoplar, a su favor, el centro del campo. Además del nivel de los jugadores profesionales, que ha subido considerablemente debido a la presencia de muchos de ellos (Miku, Arango, Rondón, Jefrén Suárez, etc) en las ligas europeas. La selección no es perfecta. Pero es. Y hoy con eso me basta.

En el encuentro contra Paraguay, el primer tanto esperanzador ocurrió en el minuto cinco. Uno de José Salomón Rondón, jugador del Málaga en la Liga Española. Pero Paraguay se vino arriba y la remontada se convirtió en una necesidad. Y así fue. El segundo gol estuvo a cargo de Miku, jugador del Getafe. Sin embargo fue el tercero el tanto del arrebato, cuando Grenddy Perozo selló el asunto.

En una jugada de tres, todo ocurrió con la belleza de las cosas inexplicables. Juan Arango,actual centrocampista del Borussia Mönchengladbach y ex del Mallorca, colgó la pelota en el centro al área; el maracucho Grenddy Perozo anotó el gol y el desacertado portero contra la selección española, Renny Vega, quedó en el medio de este triángulo, al lograr el pase a Perozo con un desesperado cabezazo de quien se quiere quitar un sambenito: el de la derrota y el de mal jugador. Combinación gustosa, loca, afortunada. Para verla una y otra vez. El resto lo hablamos después, hoy lo importante es otra cosa. Ésa, ¿cuál otra?