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Hablar de un partido que no se ha visto entero jode, y mucho. El asunto empeora cuando te enteras, al día siguiente, de que a pocos minutos del final de ese mismo juego que no has visto completo, en una rara escaramuza de las ganas y después de estar con el agua al cuello con dos goles en contra, tu equipo empata. Y lo hace porque sí, con un fútbol a veces instrumental, pero porque sí. Y con eso me vale. Para llevarle la contraria a la derrota hace falta más que puntería; eso lo sabemos. Pero hoy, sinceramente, la técnica, para mí, es una anécdota.
En un país donde el béisbol y el baloncesto se imponen, La Vinotinto ha actuado siempre como una rara prótesis. Está ahí pero ...¿es de verdad? Creada en 1930 -aún en épocas de Juan Vicente Gómez- pero oficialmente debutante en 1938 -con el elegantísimo y castrense López Contreras, cuando el país se proponía dejar de ser una Hacienda-, La Vinotinto se acostumbró a llevar su borgoña con tanta discreción como dudas. El hecho de no haber participado nunca en una Copa del Mundo, además de contagiar la orfandad futbolera entre los venezolanos, nos hizo contraer un antipático escepticismo. Sin embargo, si tomamos en cuenta que Venezuela fue el último país en afiliarse a la Confederación Sudamericana de Fútbol, podríamos entrar en el razonable terreno de la prudencia y la esperanza.
Llegar a ser primeros de grupo con cinco puntos junto a la hoy algo descoyuntada Brasil en esta Copa América, colocándonos por encima de Chile y la defensiva Paraguay -un combinado que le dio problemas a la Roja en el Mundial de Sudáfrica-, parece motivo suficiente para creer que, al fin, un trabajo progresivo (en el que hay mencionar a Richard Paéz, técnico hasta 2007) se libra con alguna soltura.
Los trofeos no salen de la nada -mucho menos las clasificaciones mundialistas-, y por algo hay que empezar. El 9 de febrero de 2009, la selección venezolana en su categoría Sub-20 logró la clasificación a la Copa Mundial de Fútbol Sub-20, lo que significó la primera participación mundial de La Vinotinto en cualquier categoría de la FIFA. La falta de pedigrí parece sin embargo habernos quitado de una buena vez el miedo y dejarnos actuar como los que no tienen nada que perder. Y eso es lo que veo en mi brevísimo link de you tube, que esta mañana miro una y otra vez.
Futbolísticamente, el asunto Vinotinto pinta simple y a la vez desaliñado. Sí, Venezuela no juega muy acompasadamente, pero presiona de manera adelantada y tiene capacidad de acoplar, a su favor, el centro del campo. Además del nivel de los jugadores profesionales, que ha subido considerablemente debido a la presencia de muchos de ellos (Miku, Arango, Rondón, Jefrén Suárez, etc) en las ligas europeas. La selección no es perfecta. Pero es. Y hoy con eso me basta.
En el encuentro contra Paraguay, el primer tanto esperanzador ocurrió en el minuto cinco. Uno de José Salomón Rondón, jugador del Málaga en la Liga Española. Pero Paraguay se vino arriba y la remontada se convirtió en una necesidad. Y así fue. El segundo gol estuvo a cargo de Miku, jugador del Getafe. Sin embargo fue el tercero el tanto del arrebato, cuando Grenddy Perozo selló el asunto.
En una jugada de tres, todo ocurrió con la belleza de las cosas inexplicables. Juan Arango,actual centrocampista del Borussia Mönchengladbach y ex del Mallorca, colgó la pelota en el centro al área; el maracucho Grenddy Perozo anotó el gol y el desacertado portero contra la selección española, Renny Vega, quedó en el medio de este triángulo, al lograr el pase a Perozo con un desesperado cabezazo de quien se quiere quitar un sambenito: el de la derrota y el de mal jugador. Combinación gustosa, loca, afortunada. Para verla una y otra vez. El resto lo hablamos después, hoy lo importante es otra cosa. Ésa, ¿cuál otra?
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Muchas felicidades por la clasificación para cuartos de final y mucha suerte
ResponderEliminarUn saludo Karina
¡Venga Antonio!
ResponderEliminarUn abrazo muy grande para ti
Hola, Karina. Te tengo buenas noticias. La selección no sólo es: está jugando bien. ¿Acierto de Farías? Yo diría que es el acierto de los jugadores. Y el principal artífice de ello es Tomás Rincón. Tienes que verlo: está en todos lados, quita balones, organiza juego, da pases milimétricos que Miku y compañía no han sabido cristalizar (es increíble la cantidad de goles que la Vinotinto ha errado). A su vez, la defensa luce más lúcida que nunca, con un Vizcarrondo y un Vega revindicados después de tanta puteada de nombre. Atacamos con criterio, lo digo sinceramente: Miku está enchufadísimo (repito: faltan los goles), Rondón está empezando a verse después de la larga lesión y Maldonado tiene ganas. Arango está lento, pero sabe leer los partidos, y eso se agradece. Se entiende con Maestrico González, cosa inédita. Tal vez hace falta en el 11 inicial Yohandry Orozco, quien anoche empezó desde el pitazo inicial; debutó en la Copa América con detalles y rapidez. Tuvo chance de marcar pero no vio luz y suerte.
ResponderEliminarAnoche vimos una selección venezolana que jugaba de tú a tú contra Paraguay (que es más que una roca defensiva, ya todos deberíamos saberlo), jugó mejor y fue más vistoso. Su papel en la Copa América ha sido de espectáculo, sorprende y da gusto. Las buenas noticias son éstas: al fin la Vinotinto está jugando BIEN.
Ernesto... qué bueno y detallado. ¿Sabes que yo creo que Arango está como quemado? Ya no es igual.Maldonado me parece tres mil veces mejor, igual que Orozco, que creo que es para prestarle mucha, mucha atención... ¡Bueno Ernesto, que el fútbol permanezca, aún en momentos de vacas flacas! Yo apenas y pude ver algo del partido, y lo vi mal e interrumpido. Es una pena, de verdad. me da muchísima rabia.
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