Llevo un año sin escribir de fútbol. Doce meses con un
empacho severo, como una boa tendida al sol que intenta digerir una docena de
balones. En todo ese tiempo, el maestro Gutiérrez no ha resucitado
futbolísticamente, Messi ha ganado cuatro balones de oro consecutivos, el
Liverpool continúa su racha oscura en el séptimo lugar de la Premier y todavía
continúa sin ser escrita la novela canónica del fútbol.
Un año raro, grisáceo, plúmbeo. Un año cenizo. El Real
Madrid alcanza su tercera campaña sin sobrepasar las semifinales de la Champion
League, José Mourinho ha hecho todo lo posible por cargarse a Iker Casillas y
el Niño Torres ya no forma parte de las convocatorias de Del Bosque.
365 días y un poco más. Sergio Ramos ha marcado cuatro
goles, uno más que la temporada pasada -esta vez afianzado como central y
faltando cuatro jornadas-; Puyol ha jugado 13 partidos, la mitad de los que
disputó el año pasado con el Barcelona; Cristiano Ronaldo ha metido 200 balones
como merengue; el Real Madrid lleva un total de 89 goles en Liga, 32 menos que
el año pasado y en esta Liga de Campeones tres equipos españoles llegaron al
sorteo de cuartos –no ocurría desde la temporada 2002/2003-.
No están mal los números para poner fin a la sequía y sin
embargo, un raro sabor a nada se me queda pegado entre los dientes. Quedan
cuatro jornadas de liga, la final de la Copa del Rey y la Champion League. No
hay muchas opciones para condimentar la temporada y sin embargo, algo me dice
que va siendo hora de salir del terrario.#QueDiosNosAgarreConfesados
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