Un equipo que no estafa al fisco, que no compra fútbol a golpe de talonario. Un equipo que ha dejado de llorar, que se resiste al dorsal ‘pupas’ que le distinguía. Eso ha sido el Atlético de este domingo. Para una merengue como quien escribe, los errores del tipo Ponferradina de Bale espichan –un poco más- la blanca esfera que cuando enseña las costuras ofende. A un Modric y un Xavi Alonso siempre dignos, el Diego López de esta jornada les opaca.Sin hablar de un Casillas que caducaba en el banquillo como los yogures en un microondas.
Acostumbrado a plantar cara al BarÇa y a derretirse con los
blancos, el Aleti de hoy ha hecho del derby madrileño lo que solían ser los clásicos. Un equipo que
se abre camino despeinando el césped, corriendo como los buenos, sudando como
deben hacerlo los que están cansados… de no ganar. Parece, sí, que una liga de
tres podría terminar empapada en neptuno. Y si así fuese, no me molestaría.
El Aleti que soñó con su primera victoria como local en 15 años -desde
1999 no lo consigue- casi consuma con el gol de Gabi, pero un Cristiano siempre mecánico
mantuvo el liderato de una liga que estaríamos obligados a ganar, porque ya va
siendo demasiada la pausa entre uno y otro título.
Y lo que parecía magnífico volvió en contra. La primera pegada de los
blancos, con el gol de Benzemá, alborotó al mejor Atlético y dejó en paños
menores a un Madrid empastelado en su propio merengue. Los colchoneros
obligaron a Ancelotti a retocar la alineación. Y de ahí en adelante comenzó la
cacería… de balones.
Acérrima anti-colchonera desde hace años, el Cholo me ha
enseñado, a respetar. Bajo su dirección, el
aleti ofrece la mejor versión
de un equipo del que sólo me
gustaba el hecho de que David Trueba fuera hincha -que alguien tan lúcido fuera
rojiblanco era una señal de algo bueno-.
Un Isco que hace lo que el lubricante, encendió el motor
dormido de unos blancos que hoy, con el perdón de la hinchada, se nos puso pálido
con los apaches. Esta noche, es verdad, dormimos líderes. Pero si Delgado Ferreiro hubiese pitado el penalti de Ramos a Costa -entre otras lindezas de lado y lado-, los dulces sueños se los habrían llevado los colchoneros. ¡Salud, Trueba!
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