lunes, 11 de junio de 2012

Un seis, al revés, es un nueve


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Durante la semana previa al debut de la selección en la Eurocopa se especuló sobre dos cosas: si España sería rescatada por el BCE y sobre cuál sería el nueve que Vicente del Bosque escogería  para sustituir a David Villa en el partido contra  Italia en el Arena Gdansk, en Polonia.
Mientras el presidente de Gobierno se acomodaba la corbata en la tribuna,  el míster y sus once hombres saltaron al campo con lo puesto. Ni Torres, ni Negredo, ni Llorente, pero sí con Cesc y Silva como falsos nueves. Sin ningún hombre visible a quien perseguir, la Roja debía esparcirse y conquistar espacios. Pero un inusual 3-5-2 de los italianos –¡Ay, Draghi!- desdibujó a la oncena en el área contraria, adonde, a veces, la selección española  iba a parar cual espesa compota anegada, o en otras, iba a darse de bruces sin poder colocar los pases al ariete ausente, al delantero puro. Vamos, al nueve.
En los primeros 45 minutos del encuentro, Cesc se quedó sin brújula, náufrago, mientras el resto de la oncena se desdibujaba al romper, una y otra vez, contra el área contraria. A su alrededor, dos hombres remaban con brío pero sin brazos para llegar al área de los italianos: el otro falso nueve David Silva, con el 21, y Andrés Iniesta, con el dorsal número seis.
Al día siguiente del partido, la portada del diario El País publicaba las declaraciones del presidente de gobierno sobre porqué debía considerarse el rescate a la banca española como una bendición y una llamada a las páginas deportivas, donde el reportero Ramón Besa, en una nota más que laudatoria, comparaba a Iniesta, el seis de la selección, con Zidane.
Exageraba y a la vez acertaba el reportero al referirse así al hombre-fútbol, el que es capaz de colocar un pase en profundidad con la fuerza de un torbellino y la discreción de un bailarín. Es cierto que en el Arena Gdansk, el gol lo marcó Cesc. Pero un carburante constante estuvo, invisible en ocasiones, resplandeciente en otras, tras cada jugada: Iniesta. Visto al revés, su dorsal parece un nueve. Lo parece.No porque se comporte como tal, sino porque el efecto orquesta que surte su juego así lo produce.
Durante la semana previa al debut de la selección en la Eurocopa se especuló sobre dos cosas: si España sería rescatada por el BCE y sobre cuál sería el nueve que Vicente del Bosque escogería  para sustituir a David Villa en el partido contra  Italia.  Ese mismo sábado hubo rescate, Del Bosque no llevó ariete al Arena Gdansk, en Polonia y al delantero puro le salió al paso uno, si se quiere menos destilado, pero sí de mucho mayor graduación.

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