domingo, 17 de octubre de 2010

'Iván, el terrible' y otras chatarras del odio

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El partido entre Italia y Serbia para la fase de clasificación de la Eurocopa 2012 duró seis minutos. No más. El marcador empataba a cero en el estadio Luigi Ferraris de Génova cuando una bengala cayó a los pies del portero italiano Francesco Viviano. Pero a ésa siguió otra, otra más, y otra más. Fue entonces cuando el árbitro decidió suspender el encuentro entre los dos equipos del Grupo C. Los hinchas serbios habían logrado, al fin, su objetivo.
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Esto podría ser fútbol, si hubiese un balón de por medio. Pero no es el caso. Los más de 100 ultras serbios que derribaron las barreras de plexiglás, se enfrentaron con la policía y atacaron a su propia selección, no eran una horda eufórica, tampoco un rebaño de corpulentas ovejitas negras pringadas de alcohol. No descargaron su furia contra los Azurri. No era precisamente contra ellos que descargaban buena parte de la artillería.

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Poco antes del encuentro, Vladimir Stojkovic, el portero de la selección serbia, fue alcanzado por una bengala arrojada contra el autobús del equipo. El técnico italiano Cesare Prandelli dijo a la prensa que, a su llegada al estadio, encontró a Stojkovic, temblando, en los vestuarios de los Azzurri. 400 "hinchas" dispuestos a linchar a su selección. Una forma curiosa del afecto en la grada. Eso, o se trataba de los jugadores número doce más letales en toda la historia del fútbol. Sinceramente, no me creo ninguna de las dos.
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Entre los 17 arrestados en Génova, el más suculento es el líder Ivan Bogdanov, el hombre grueso, cubierto con un pasamontañas y los brazos tatuados que se trepó a la valla de seguridad para cortarla con unos alicates. En otras instantáneas puede vérsele arrojando bengalas cual ciclópeo personaje. Iván el terrible, como ahora le llama la prensa italiana, tiene 29 años y es el líder del grupo Tigres de Arkan, seguidores del club serbio Estrella Roja.
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Tigres de Arkan habla por sí solo. Arkan es el apellido de Zeljko Raznatovic Arkan, quien, en los años noventa, durante la descomposición de la antigua Yugoslavia, organizó y fungió de líder de los ultras del Estrella Roja, a la vez que ejercía de criminal militar durante el conflicto yugoslavo con el grupo paramilitar Tigres. Esta facción de ultraderecha propugnaba, entre otras causas, la superioridad racial serbia y la necesidad de una limpieza étnica... ¿Alguna coincidencia?
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Usando el pretexto del patriotismo, Arkan supo combinar fútbol, fanatismo y violencia.Inoculó, como ocurrió también en la década de los ochenta, ese discurso de los serbios como una raza superdotada para la acción y el deporte, pero humillada por las potencias extranjeras. Lo que vimos el 12 de octubre fue la espuma, la boca rabiosa venía detrás.
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El deporte, más concretamente el fútbol y el baloncesto, se identificó como una manera de vencer, humillar y mantener a raya a los enemigos extranjeros y las razas inferiores (bosnios). Bogdanov como corpulento y mostrenco sucesor de Arkan está haciendo lo que le enseñaron: odiar.
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En los noventa, los ultras del Estrella Roja se convirtieron en una banda de choque contra los del Partizán, que fue no sólo un rival deportivo sino también racial. El Estrella Roja es serbio, dicen sus seguidores; el Partizán es un equipo musulmán. Ya nos podemos imaginar, claro está, quién se supone el racialmente superior en este asunto. Una expresión, en miniatura y con alineación, del conflicto balcánico. Lo que ocurrió en Génova está más que claro. Bogdanov lo dijo, además. Él y sus chicos iban por Stojkovic. Formado en el Estrella Roja y ahora fichado por el gran rival, el Partizán, el portero incurrió en la traición y había que hacerle pagar por eso. A un precio cívicamente enloquecido, pero había que hacerlo.
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Lo que se vio ese día no es para enrostrárselo al fútbol, porque en nada tiene que ver con sus leyes ni con sus asuntos. Esta violencia viene de otra parte. Está fuera del césped. Viene de un lugar lejano, de una guerra perdida en el tiempo, que todavía sigue expulsando sus satélites y chatarras de odio.

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