Lejos -insisto- esté la suerte de Alonso de esta truculenta historia. Pero algo sí es cierto, y en eso la metáfora lleva razón: enloquecer a un hombre haciéndole correr y tirar a solas, durante más de 90 minutos, de un juego sin propósito es como ponerle un revolver en la mano. Da igual que tenga o no balas. Acabará tendido. Exhausto. Finito. Caput.
En el encuentro ante el Espanyol ayer en el estadio Santiago Bernabéu, el Real Madrid no jugó con 10 hombres, porque desde el comienzo lo hizo tan sólo con uno, el actual dorsal 14 merengue. Un Lass Diarrá destemplado -e incapaz de acertar un pase- obligó a Alonso a hacer doble trabajo: el suyo, el de Diarrá y, de paso, el del resto del equipo.
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Presionados por el rumor de la grada, el Madrid del primer tiempo obligó al centrocampista vasco a recuperar balones absurdos, desperdiciados en jugadas nerviosas. Un Özil diluido y mucho menos eficaz sumó preocupación a la afición pero también yardas a la ya penitente carrera de Alonso durante el encuentro. Es cierto, el mediapunta no tiene porqué recuperar balones, pero cuando el 14 se rompe el pecho, no estaría de más mirar atrás.
Xavi Alonso -también el juego del Madrid- comenzó a ver algo de luz con la llegada de Khedira en el minuto 27 del segundo tiempo.También con la intervención de Arbeloa. La aparición de ambos jugadores rearmó el esquema. Donde reinaba la dispersión fue posible untar algo de pegamento.
Ayer, apenas unos minutos después de terminarse el encuentro, el periodista Santiago Segurola hizo notar en Radio Marca a un destemplado grupo de colegas suyos–todos demasiado atascados en el asunto arbitraje (que sí, fue lamentable)- lo que desde un comienzo se hizo obvio: Xavi Alonso estaba –y muchas veces está- tirando del carro solo. Y aunque las cifras sostienen al equipo -10 puntos, 6 goles a favor y uno en contra en cuatro partidos-, el Real Madrid no está para estos desafinados recitales.
El juego hubiese estado completamente roto –sí, mucho más de lo que estuvo- de no ser por Xabi Alonso, que se montó en los hombros, él solito, el peso del esquema 4-2-3-1 -anterior a la roja de Pepe- con el que ni el mismísimo Mourihno ha revivido el centro del campo del Real Madrid.
En menos de ocho días, el Real Madrid ha jugado tres veces. Contra el Ajax, la Real y ahora el Espanyol. En las tres oportunidades, Xabi Alonso ha corrido lo que muchos de sus compañeros no llegarían a completar –con cierta eficacia- en una sola jornada.
A eso se suma un tema de Dianas móviles. Durante el encuentro con el Ajax -que tanto la prensa como la afición destacan como el mejor partido del Madrid hasta ahora- hicieron falta 26 tiros para lograr dos goles. Anoche, aunque marcaron CR7, Benzemá y el Pipita (en jugadas completamente aisladas), Gonzalo Higüaín desperdició seis ocasiones, entre ellas un oportuno tête à tête con Kameni que la grada no tardó en castigar con su ruidosa justicia de abucheo.
Xavi Alonso -también el juego del Madrid- comenzó a ver algo de luz con la llegada de Khedira en el minuto 27 del segundo tiempo.También con la intervención de Arbeloa. La aparición de ambos jugadores rearmó el esquema. Donde reinaba la dispersión fue posible untar algo de pegamento.
Llueven galácticos, aterrizan torrenciales místers en Valdebebas, y sin embargo, el Madrid tiene el mismo problema. El centro del campo, siempre ahí, gravitando como un agujero negro que se traga el juego merengue de un bocado. El mismísimo cañón del revólver a punto de cargarse lo que aún no ha comenzado.
Ayer, apenas unos minutos después de terminarse el encuentro, el periodista Santiago Segurola hizo notar en Radio Marca a un destemplado grupo de colegas suyos–todos demasiado atascados en el asunto arbitraje (que sí, fue lamentable)- lo que desde un comienzo se hizo obvio: Xavi Alonso estaba –y muchas veces está- tirando del carro solo. Y aunque las cifras sostienen al equipo -10 puntos, 6 goles a favor y uno en contra en cuatro partidos-, el Real Madrid no está para estos desafinados recitales.
El juego hubiese estado completamente roto –sí, mucho más de lo que estuvo- de no ser por Xabi Alonso, que se montó en los hombros, él solito, el peso del esquema 4-2-3-1 -anterior a la roja de Pepe- con el que ni el mismísimo Mourihno ha revivido el centro del campo del Real Madrid.
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No se puede pueden sostener dos balas de plomo con una única soga, porque al final, terminará por reventarse. El acertijo entonces no sería cómo ganar un partido con un solo hombre, sino cómo jugar ese mismo partido sin cargártelo y, deseablemente, acompañándole de 10 más.
En menos de ocho días, el Real Madrid ha jugado tres veces. Contra el Ajax, la Real y ahora el Espanyol. En las tres oportunidades, Xabi Alonso ha corrido lo que muchos de sus compañeros no llegarían a completar –con cierta eficacia- en una sola jornada.
A eso se suma un tema de Dianas móviles. Durante el encuentro con el Ajax -que tanto la prensa como la afición destacan como el mejor partido del Madrid hasta ahora- hicieron falta 26 tiros para lograr dos goles. Anoche, aunque marcaron CR7, Benzemá y el Pipita (en jugadas completamente aisladas), Gonzalo Higüaín desperdició seis ocasiones, entre ellas un oportuno tête à tête con Kameni que la grada no tardó en castigar con su ruidosa justicia de abucheo.
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El partido de anoche, además de feo, volvió a dejar en la mesa el aroma de las dudas. Podría llegar un día en que la sobrecarga deje a Alonso, y por ende al juego del Madrid, tendido de largo a largo, y sin la certeza de resurrecciones express. Porque hasta para revivir hace falta un plan claro que aún el –cada vez menos níveo- Real Madrid no termina de aclarar.
Sergio Ramos. De la luna al centro. Ayer, el segundo capitán del Madrid comenzó el partido de forma muy parecida a como jugó contra la Real Sociedad, con descuidos, gazapos, huecos y balones perdidos. Una vez reajustado el campo, y devuelto a la posición de central -donde suele verse demasiado encorsetado, a veces- Ramos recuperó lucidez, velocidad y pegada como defensa. Sobre el partido, el sevillano dijo al Marca. "Entendemos al madridismo. Ellos esperan mucho de nosotros y quieren que juguemos bonito, y ante el Espanyol no lo hemos hecho. Pero lo importante son los tres puntos".
Sergio Ramos. De la luna al centro. Ayer, el segundo capitán del Madrid comenzó el partido de forma muy parecida a como jugó contra la Real Sociedad, con descuidos, gazapos, huecos y balones perdidos. Una vez reajustado el campo, y devuelto a la posición de central -donde suele verse demasiado encorsetado, a veces- Ramos recuperó lucidez, velocidad y pegada como defensa. Sobre el partido, el sevillano dijo al Marca. "Entendemos al madridismo. Ellos esperan mucho de nosotros y quieren que juguemos bonito, y ante el Espanyol no lo hemos hecho. Pero lo importante son los tres puntos".
seguiremos apoyando el futbol el emjor espectaculo del mundo
ResponderEliminarEso sin dudarlo, ni un minuto. Hablar al respecto es, justamente, una forma de apoyarlo. Muchas gracias por leer el blog y dejar tu comentario.
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